De un tiempo a esta parte, digamos desde que salimos de los confinamientos de la pandemia, es habitual encontrar algunas calles de Santiago habilitadas los domingo como ciclovías temporales. En ellas vemos a familias, jóvenes y mayores disfrutando de paseos arriba de sus bicicletas. También vemos patinadores y en parques y plazas suman y suman grupos de entrenamiento de las más diversas técnicas, desde tai chi o yoga hasta gimnasia funcional o boxing.

No es raro, entonces, ver cómo surgen nuevos comercios como talleres o tiendas especializadas, y como estos abren incluso los fines de semana sabiendo que tendrán afluencia de ciclistas y van modificando su oferta de productos o cartas para satisfacer una nueva demanda orientada hacia la vida sana y lo saludable.

Los clubes de runners o los corredores solitarios también han crecido notoriamente. Hoy ya son parte del paisaje capitalino y en las principales ciudades del país. Las maratones y carreras congregan a cientos de miles de entusiastas que no dudan en calzarse sus zapatillas y salir a correr, invierno o verano, sin excusas.

Este verdadero boom ha traído la aparición de nuevos comercios asociados a las distintas disciplinas. También ha impulsado la apertura de talleres, tiendas especializadas con ropa y accesorios técnicos, cafeterías o restaurantes al paso para atacar la sed y el hambre con productos funcionales. También ha impactado en la oferta gastronómica ya que se han sumado productos saludables, jugos y batidos proteicos, snacks, geles y muchas otras alternativas para hidratar y reponer al deportista.